«Mi trabajo en el SIU es muy técnico y está encasillado en tareas específicas, pero aprovecho cualquier oportunidad que surja para ponerle un toque creativo»
Entrevista por Javier Vera
Se define como una persona multidisciplinar, aprendiz de todo y maestro de nada, con un curriculum variado y disperso. ¿Siempre ha tenido claro sus objetivos profesionales, o se deja llevar por sensaciones?
Lo tengo clarísimo: me dejo llevar por sensaciones, que cambian con el tiempo. En cierto modo, envidio a quienes siempre supieron lo que querían ser y dirigieron sus esfuerzos a lograrlo. De pequeño, además de futbolista y astronauta, solo tenía en mente una profesión «razonable»: periodista. Pero estudiar periodismo no era viable para mí en esa época. Mis intereses han sido siempre diversos. En mi currículum hay de todo: programación web, producción multimedia, documentación del arte flamenco, sonidismo, redes sociales… He sido DJ profesional, entrenador de baloncesto, profesor en el Aula Senior de la UMU y profesor asociado. Como ves, mi trayectoria es ecléctica.
Desde 1997 trabaja como técnico en el Servicio de Información Universitario (SIU). ¿Qué le llevó hasta la institución académica hace ya casi tres décadas?
Fue un poco de casualidad. Empecé estudiando Economía sin saber realmente qué quería ser. Pensaba que desde la Economía se podía cambiar el mundo a mejor, pero pronto me di cuenta de que no era lo mío. Estaba rodeado de compañeros con mentalidad de Mario Conde, y supe que no sería feliz en eso. Un día descubrí Biblioteconomía y Documentación, una carrera nueva que combinaba la informática con la gestión de la información. A falta de poder estudiar Periodismo, me enamoré de la gestión de información apoyada en la tecnología. Así que cuando se convocaron plazas en el recién creado Servicio de Información Universitario, me lancé a por una, y ahí sigo después de casi tres décadas.
También ejerció como profesor asociado del Departamento de Información y Documentación de la UMU desde 2008. ¿Con qué objetivo incluyó la docencia en su carrera profesional?
Porque me encanta contar historias. Tardé en darme cuenta de que eso es lo que me mueve, ya sea contar historias de ficción, informativas o formativas. La asignatura que impartía estaba relacionada con la Documentación, pero orientada al periodismo: Documentación en los Medios de Comunicación.
Mi objetivo era formar a los estudiantes en habilidades para gestionar la documentación en los medios de comunicación, pero fui un poco más allá. Sabía que el rol de documentalista puro estaba desapareciendo en los medios, así que les enseñé todo el periodismo que pude. Les pedía que, además de preparar el material de documentación, elaboraran un pequeño perfil periodístico del entrevistado, mezclando habilidades. Luego, con los años, mi pasión por el baloncesto me llevó a dedicar más tiempo a entrenar, y cuando nos cancelaron los contratos a los asociados, decidí seguir ese camino.
¿Cómo trata de canalizar y plasmar este carácter inquieto en su labor universitaria?
Mi trabajo en el SIU es muy técnico y está bastante encasillado en tareas específicas, sobre todo en el mantenimiento de los contenidos de la web institucional. Eso deja poco margen para que aflore esa inquietud que me caracteriza. Sin embargo, aprovecho cualquier oportunidad que surja para ponerle un toque creativo a las cosas. Por ejemplo, el año pasado me pidieron que hiciera la felicitación navideña del SIU. En lugar de limitarme a una postal con un poco de Photoshop, me vine arriba y terminé montando una especie de cortometraje.
La serie de ficción sonora Lúpulo Cas9, de la cual es creador, ha sido recientemente nominada como finalista en los prestigiosos Premios de la Asociación Podcast 2024. ¿Cómo recibe este reconocimiento?
Con mucha ilusión. Crear una serie de ficción sonora fue un reto mayúsculo para mí. Hice todo el trabajo de una productora prácticamente yo solo, y acabé agotado. Lo que empezó como una idea ambiciosa, pero a la vez un poco inconsciente, se convirtió en un proyecto que alcancé a llevar a cabo con un nivel profesional. Estuve meses volcado por completo en el proyecto, aprendiendo sobre la marcha y mejorando cada detalle. No tengo mucha experiencia en este sector, pero conseguí crear algo con un estándar de calidad.
Que la serie haya sido nominada en estos premios es increíble, especialmente porque son unos premios que no están patrocinados por grandes empresas, lo que les da más libertad a los miembros de la asociación para nominar sin la presión de las grandes plataformas. Sé que no podemos aspirar a entrar en muchos más premios, ya que hoy en día hay ficciones sonoras de altísimo nivel y con grandes presupuestos, con actores profesionales y respaldadas por los mejores guionistas y grupos de comunicación. Lo nuestro es un proyecto amateur pero con espíritu profesional, y (aún) no podemos competir en esas ligas. Ahora estamos dándole un segundo impulso a la promoción de la serie, destacando el formato documental del inicio de cada episodio, donde se habla de la ciencia de la elaboración de la cerveza.
¿De dónde le viene este interés por la ficción sonora?
Hace años que me interesé por la ficción sonora porque es una forma innovadora de contar historias. No hay que confundirlo con las radionovelas tradicionales, que se grababan en directo o en falso directo. La ficción sonora actual requiere un diseño sonoro muy elaborado y un gran trabajo de postproducción. Desde hace tres temporadas hago El Disfraz de Polifemo, un podcast que se convirtió en videopodcast en la segunda temporada, donde tratamos temas muy variados en un formato conversacional. En una de las entrevistas, me quedé con la sensación de que uno de los temas no se había tratado lo suficiente, y se me ocurrió que una dramatización ayudaría a explicarlo mejor. Me encantó la idea y no paré hasta que aprendí a hacerlo bien. Así que cuando surgió la idea de una cerveza que adelgaza, me lancé a crear Lúpulo Cas9.
0 Comentarios