Voces de colores: el radioteatro
Por Abel Posadas
Existen ya varios estudios académicos sobre el radioteatro argentino. Además, se lo considera un género por derecho propio. También es frecuente la polémica. No entraremos en ella. Para nosotros, el radioteatro es la transmisión diaria -lunes a viernes- y durante media hora, de un conjunto de voces que presentan un espacio donde se suceden conflictos de índole diversa, siempre dentro del terreno ficcional. A las voces de los actores, se añade la del relator que va ubicando al oyente sobre la ubicación temporo espacial de los personajes. Asimismo, hay un equipo que el oyente no ve pero que forma parte esencial de esta construcción sonora. El técnico de sonidos, el encargado de los efectos en sala, un tercero que tiene a su cargo la compaginación musical, y el que va midiendo el tiempo de duración de las escenas o el sonomontaje. Naturalmente que toda esta gente obedece a las órdenes de un director general. Lo que hasta aquí se ha dicho corre para las décadas del 40 y del 50 del siglo XX y, en especial para las tres emisoras más importantes de Buenos Aires: El Mundo, Belgrano y Splendid.
Pero más allá de la capital de la república, ciudades como Mendoza, Mar del Plata, Córdoba, Rosario y Bahía Blanca -para mencionar a las más relacionadas con el tema que estamos tratando- tenian también sus compañías de radioteatro y a veces también sus autores. Es así como Efraim Bischoff, el historiador cordobés, escribió estos productos que, inclusive llegaban a otras ciudades como Bahía Blanca. Y esta última, en sus tres emisoras locales irradiaba lo escrito por Carlos Monteagudo -Guardiola Plubins- y su mujer Silvia Sagaró. Esta, a su vez, lograba colocar en Belgrano y para la compañía de Celia Juárez, su producción. De manera que los guiones recorrían el país o iban a Iberoamérica. La uruguaya Angélica Ferreiros tenía un lugar asegurado en Bahía Blanca, por ejemplo.
Repetimos que estamos hablando de veinte años, dos décadas y que en 1940 nadie imaginaba qué ocurriría en 1960.En el periodo mencionado, quien se interesara por este género, podía escuchar en Bahía Blanca ocho muestras diarias entre las locales y las que llegaban desde Buenos Aires. Hay que recordar que las emisoras del interior eran filiales de las tres capitalinas más importantes. El día se cerraba a las 22 horas con la selección de Radio El Mundo, o a las 22.30 con lo enviado por Belgrano. El horario de las 22 generaba una fuerte competencia con Splendid. En esta, anidaba Nene Cascallar, autora de textos que hoy, sin miedo, nosotros tildaríamos de de pajeros -besos, susurros, suspiros, jadeos-.
En cuanto a los actores, Armando Discépolo había conseguido en El Mundo un elenco de voces que educaban la audición de los oyentes más renuentes al género. En los comienzos de la década del 40 se adaptaban películas para el horario de las 22, siempre en El Mundo.
Hasta Homero Manzi y Ulysses Petit de Murat trasladaron EL CIUDADANO para Pedro Lopez Lagar en 1940. Poco a poco, esta mecánica de las películas fue dejada para los sábados a las 22 horas. Al parecer, el género estaba reclamando un lenguaje propio. De eso se encargaron los libretistas que, si bien ya existían, tuvieron que adecuarse a las exigencias de lo solicitado tanto por la gerencia de las emisoras como por los auspiciantes.
LAS VOCES, LAS PALABRAS
Como había ocurrido con el teatro y el cine, este nuevo género tiene sus categorías. Es así como había guionistas que se dedicaban a seguir la tradición gauchesca o se adentraban por caminos esotéricos -Juan Carlos Chiappe, Hector Bates, Audon Lopez- y que eran mirados con condescendencia en el ambiente. A posteriori Leonardo Favio demostraría qué se podía hacer con un guión de Chiappe. Pero entre 1940 y 1960 estas muestras ocupaban el escalón más bajo. Esto no impedía que tuvieran un éxito arrollador, en especial, cuando salían en gira por los barrios y pueblos del interior. Tanto Chiappe como Bates enviaban sus obras a diversas emisoras de todo el país. Y, por otra parte, la música utilizada era la folklórica o, si el ambiente era urbano, el tango. Estas compañías gozaban de un galán cantor. O lo sufrían.
¨Por supuesto, los sueldos eran más altos en las tres emisoras centrales de Baires. Y los guionistas logran una vida confortable. Arturo Cerretani nos confesó que si no hubiera sido por los libretos que su mujer, Elsa Martinez, entregaba a la radio, él no hubiera podido dedicarse a lograr una carrera como escritor de lo que llamó “cultura respetable” Por otra parte, quienes estaban en los medios gráficos -Abel Santa Cruz- corrieron a las emisoras al saber cuánto cobraba un guionista. Quien venía de la década del 30 y se transformó en empresaria fue Nene Cascallar. Trabajaba exclusivamente para Splendid, no vendía sus libretos al interior y elegía o despachaba a las voces porque era dueña de un terreno que ella consideraba exclusivamente propio.
Si los libretistas tenian libertad de acción, los actores debían moverse sigilosamente. Por lo general una vez ubicados en un elenco estable no cambiaban de emisora, a no ser que se les prometiera encabezar una compañia o dedicarse a otro rubro como el de la comicidad -desde Nelly Lainez a Osvaldo Canonico o Tincho Zabala-.Se supone que se libraban verdaderas batallas campales que no trascendieron porque las revistas del espectáculo concedían un espacio mínimo a la radio. Por otra parte, quienes trabajaban con la voz no eran considerados “artistas” como los del cine o el teatro. Eran más bien”artesanos”. Su físico tampoco estaba en juego, Los años pasan. los siglos también, pero uno tiende a preferir a Alejandro Dolina en la radio. Graciela Araujo nunca consiguió un espacio relevante ni en el cine ni en la TV y lo propio ocurrió con muchos actores de la radio. Otros, en cambio, dejaron el “fierrito” de lado y se lanzaron hacia la cámara: Alfredo Alcon, Alberto Argibay, Beariz Dia Quiroga -admitida por la TV-.
POR ENTRE LAS VOCES
Udilio Tinianeli, Santiago Gonzalez Speco, Guigo Gorgatti, la familia Catalan, son nombres que, excepto en el caso del longevo Gorgatti, no eran fácilmente retenidos por los oyentes. Pero los sonidos y la música llegaban. En la compaginación musical, Gorgatti siempre dijo que se intentaba no faltar el respeto y se elegian compositores que, de algún modo, eran populares, desde Tchaikovsky a Grieg, entre otros. Tampoco faltaban Ravel y Debussy aunque ya en los años 50 se preferían melodías llegadas al disco desde la banda sonora de películas exitosas. Por supuesto, las compañias de Chiappe y de Hector Bates seguian en los suyo y este asunto de la música lo tenian solucionado desde hacía rato.
Una voz que los oyentes si escuchaban era la del relator. Allá por los años 30, Olga Casares Pearson se negó rotundamente a que una voz interrumpiera la acción y le podara la imaginación al oyente. Hubo que convencerla y se supone que el encargado de conformarla fue su pareja, Angel Walk. El hecho es que en los años 50 eran relatores “oficiales” Julio Cesar Barton, Silvio Augusto Miller y Guillermo Cervantes Luro los tres en El Mundo. A posteriori un actor o una actriz cumplieron también esta función. Se ubicaba de esta forma al oyente en tiempo y espacio, algo que también realizaban el técnico de sonido y el compaginador musical. El encargado del sonomontaje debía prestar suma atención a los treinta minutos y debía de calcular la duración de las diversas escenas entre las cuales se intercalaban los anuncios comerciales.
SALIRSE DE MADRE
Oscar Casco, primer actor en Splendid y con libretos de Nene Cascallar, intentó el cine pero las críticas lo demolieron y hoy uno se pregunta por qué razón. Si, es duro pero ya los había de portland en el cine. Al parecer el gremio cinematográfico no quería que figuras importantes de la radio ocuparan cartel y quitaran parte del cachet. No ocurrió lo mismo con Hilda Bernard -he aquí una voz- a quien poco le interesaba lo que dijeran. Y aunque arreciaran las críticas fue adonde la llamaran. Ella admite que privilegia el teatro pero que hubiera trabajado para siempre en la radio.
El colmo llegó con Nene Cascallar, quien guionó FUEGO SAGRADO (Ricardo Nuñez-1950), terrible película donde se impartía un catecismo sin atenuantes para ser estudiado por las mujeres de la época. No intentó una segunda película. Y de los libretistas de la radio, el que ha perdurado es Alberto Migre. Comenzó a los quince años y dejó la radio cuando murió. Hay que agradecerle, más allá de sus guiones, el hecho de que haya renovado el lenguaje del radioteatro y lo haya vuelto porteño y manejando una semántica reconocible. El y Cascallar, también muchos otros, pasaron a la TV cuando la radio experimentó su primera gran crisis, porque seguirán muchas. El Migré de la pantalla chica ha merecido varias biografías e innumerables artículos. Pero como se dijo, murió haciendo radio y, según Graciela Araujo, él había comprado el espacio.
Y luego no hubo mas remedio que salir de madre porque el medio era otro.Se dice simplemente que aquel formato de la radio desapareció por la llegada de la TV. Sospechamos que las causas son más complejas. La radio como instrumento de comunicación sufrió desde siempre el desprecio de los sectores que se autodenominaban “cultos” y también de los intelectuales. Es impensable imaginar que un escritor de cierto renombre escribiera para la radio como lo hacían los internacionalmente conocidos para la BBC de Londres. En las décadas que elegimos se trataba de un medio despreciasólo Radio del Estado o Radio Nacional obtenía el visto bueno de parte de la “elite del buen gusto”. Cuando comienzan las trasmisiones de la TV, los directivos de las emisoras creen que van a poder seguir por mucho tiempo con la habitual. Y luego del golpe de Estado de 1955 tuvieron que tomar conciencia de que el temporal iba a afectar a la radio. En un primer momento solo existieron las prohibiciones y luego la fuga de oyentes hacia quienes consiguen comprar los aparatos de TV. Hay un cambio en la y lo que se pide ahora tiene que ver con los ritmos que quieren imponer las .
La época de quietud, la de los Perez Garcia (1941- 1962) había llegado a su fin. Nada extraño porque los cambios siempre se han dado. Algo más curioso es que las emisoras comienzan a dar de baja a los elencos estables y que entre 1960 y 1965 empiecen los radioteatros grabados que se enviaban también a emisoras del interior. De tal suerte que el mismo episodio se transmitía por dos emisoras diferentes de una misma ciudad. Se cuidaba el presupuesto y la radio ya había descendido de categoría. Las primeras figuras de los radioteatros intentaron pasar a la TV. Algunas lo consiguieron pero la mayoría tuvo que aceptar roles secundarios. La TV pedía juventud para las tiras diarias.
En el caso de los actores mayores de radio fueron muriendo sin que nadie se enterara ni cuando ni donde. Otros se retiraron del ambiente y algunos se marcharon al interior para ganarse la vida de otra manera. Sus nombres, la mayoría nombres sin rostro, fueron siendo olvidados. Y en las ciudades del interior el fenómeno se repitió sin modificaciones. Conviene aclarar que las ciudades de provincia nunca lograron independizarse de la TV porteña, de manera que se quedaron sin un espacio de ficción que les perteneciera, al menos en el rubro del que nos ocupamos.El teleteatro fue esencialmente porteño.
Ya en los cincuenta, en Buenos Aires los guionistas de la radio habían pasado a la TV y no tardarían en destacarse por sobre los demás los nombres de Nene Cascallar y Alberto Migre. En ocasiones repetian íntegramente lo que ya habían ofrecido por radio. Esta costumbre se fue yendo pero las ideas de épocas pasadas quedaron firmes. No es tarea nuestra rastrear un producto de estos guionistas y cotejar las alteraciones sufridas al pasar de un medio a otro.
Asimismo, fue muy evidente que la TV ganó espacio en las revistas de espectáculo y los chismes de las nuevas figuras engalanaron a las revistas del corazón. sabíamos sobre la vida privada de la gente de la radio y luego se miraba a quienes paseaban por el tubo gracias al último escándalo que los había promocionado. Y eructaban pizza allí donde pudieran fotografiarlos.
Migré llevó a la TV a no pocos de sus compañeros de la radio. Algunos se quedaron pero entendieron muy rápidamente que no eran otra cosa que piezas de un mecanismo impuesto no tanto por el autor sino por la producción y los auspiciantes. Había desaparecido el compañerismo de la radio y se había impuesto una feroz competencia, especialmente con quienes eran recién llegados. La medición de su presencia estaba regida por el rating.
LA FIRMA ANUNCIADORA
Colgate Palmolive del Aire imponía en El Mundo a Hilda Bernard Eduardo Rudy, reemplazado luego por Fernando Siro a las 16.30. A las 22.00 andaban Jose Salcedo y Elcira Olivera Garces. Por su parte Sadima Muebles favorece a Celia Juarez- Ricardo Passano por Belgrano a las 14.00 y la apoteosis llegaba el sábado a las 22.00 por El Mundo con Radio Cine Lux. Aquí se trasladaban películas a la radio y hacia el final, Ricardo Lavie y Delfy de Ortega protagonizaban HIROSHIMA MON AMOUR. Pero los auspiciantes no querían perder dinero, algo previsible. Por lo tanto, el Mundo y Splendid intentaron solventar sin firmas anunciadoras y por la noche a Alfredo Alcon- Beatriz Bonnet -el Mundo- y Susana Freyre -Splendid-. Pero sin sponsors las temporadas eran algo menos que breves. Hubo resistencia o regresos nostálgicos y Alcon y Olga Zubarry utilizaron sus voces para HORAS DESESPERADAS en 1974 por Splendid. La traslación de esta película ya se había hecho en Splendid en 1955 con Carlos Cores y Santiago Arrieta. Según Zubarry ya nadie escribía para la radio y se pedían guiones a Argentores.
Si este se arrastró en los años 60, el golpe final se lo dio la Revolución Argentina, el golpe de Estado de 1966, cuando se decidió amontonar a las emisoras porteñas en el edificio de Radio El Mundo y no solo se expulsó a gente de la radio sino que se quemaron también pertenencias y grabaciones como para no dejar ningún recuerdo de un pasado que a esa gente le resultaba vergonzoso y por lo mismo innecesario. Y por más y mejores intentos en la breve primavera de los años 70, el género había muerto.
BIBLIOGRAFÍA
Berman, Monica: La construcción de un radiofónico: el radioteatro, Eudeba.2018
Di Benedetto, Mercedes; Historia del radioteatro nacional, Serendipidad, 2020
Gallo, Ricardo: La radio, ese mundo tan sonoro, Tomo II, Corregidor, 1991.
https://medium.com/leedor/voces-de-colores-el-radioteatro-b9c1d6c1addd
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