El intérprete se ha estrenado en una ficción sonora de alto voltaje en Audible con Victoria Luengo «Reina Roja: Origen. El primer caso»
El conocido actor lleva años acompañándonos a varias generaciones. Desde los míticos «Hombres de Paco» a la mundialmente conocida «Casa de papel». Ahora se estrena en otro formato con otro éxito que ha arrasado en Prime Video y debuta como ficción sonora en Audible «Reina Roja: Origen. El primer caso». Paco interpreta a Raúl Covas, el predecesor de Jon Gutiérrez.
¿Cómo ha sido grabar esta primera ficción sonora «Reina Roja: Origen. Primer caso»?
La experiencia muy positiva, más de lo que me esperaba. Tenía cierto vértigo. Entraba en un territorio que no es el mío exactamente, pero en poco tiempo entendí que es jugar y eso a mí encanta. Me gusta meterme en los personajes. Tanto en lo audiovisual, el teatro o la ficción sonora para un actor es lo mismo, es la capacidad para convencer, conmover, enojar...
¿Sí hay ese punto de frialdad al grabar los actores de forma separada?
Sí, entiendo que tiene que ser así por cuestiones técnicas, pero es verdad que había momentos en los que me hubiera gustado un poco más de contacto, ¡pero yo lo pido!
Cuando se trata de un universo tan conocido como «Reina Roja», ¿impone más enfrentarse a un proyecto como este?
Intenté aparcar todo y no lo he visto. Lo voy a ver ahora después de la ficción sonora. En realidad, creo que es lo que ha dicho el autor Juan Gómez-Jurado, que son personajes muy diferentes.
¿Cómo es su personaje Raúl Covas?
Es un hombre que estas palabras que están tan denostadas como honor, compañerismo, lealtad, capacidad para dar la vida por un semejante las tiene totalmente grabadas a fuego. Va a proteger con su vida a la reina. Le hemos dado un punto de quitarle edad y ponerle ese niño que llevamos dentro, que se ríe, que puede meter la pata.
Le hemos visto en perfiles muy diferentes, ¿qué es lo que ahora le estimula más hacer?
Lo hablé hace poco con el director Alberto Rodríguez y le decía que tenía muchas ganas de hacer algo de aficionado, sin pretensión ninguna, algo pequeñito y aficionado. Quizá por el contacto inicial con la profesión, la última vez en un instituto de Sevilla en las Tres Mil Viviendas donde veías que esos aficionados tienen una ilusión... Es mentira quien dice que cada vez tiene más ilusión por trabajar. Ese momento de la primera vez yo quiero recuperarlo y por eso decía que quiero volver ahí.
¿Por qué quiso ser actor?
En mi familia no hay nadie que quisiera ser actor. Es algo que cuento, pero es verdad, es porque me enamoré de una bailarina. Cosas de joven. Ella estaba en el conservatorio haciendo danzas escénicas y me metí ahí un año y después al siguiente vi que se anunciaban las pruebas en el instituto de teatro y había también de ballet y yo pensaba en las bailarinas. Con 20 años uno quería enamorarse todos los días un poquito. Yo iba para veterinario.
Y después de llegar de esta manera tan fortuita, ¿qué tal ha ido la vida?
Justo después de entrar en el instituto me enamoré del teatro, me enamoré de esta profesión. Y de eso sigo enamorado, pero me gustaría volver a tener la sensación de un primer amor, porque sigo enamorado hasta las trancas, pero es una relación madura y consciente.
¿Qué le sigue poniendo nervioso?
Un poco todo, pero siempre ha sido controlable y viene bien a la salud.
¿Los estrenos le alteran?
Sí y no, porque por la propia realidad ya no es rectificable. En teatro sí me pongo nervioso y físicamente me noto descompuesto, sudoroso...
¿Es más placentero?
Sí, cuando reposas, te asientas y ves que todo fluye me siento satisfecho de cuando las cosas salen no solo tu interpretación y ahora me pasa en esto de la ficción sonora no estoy acostumbrado a escuchar mi voz y no sabría ni valorarlo. Es curioso.
Es una profesión bonita, pero con una cara dura.
Más del 80% de paro.
¿Siempre ha vivido la cara bonita de la profesión?
Soy un privilegiado, vivo de esto y puedo mantener a mi familia, pero la gente no debería confundirse. Los actores no vamos siempre en alfombras rojas. Es mentira. El resto tiene que trabajar en otras cosas. Hay un malentendido con lo que se ve de la profesión, ese glamour y lo que es la realidad. Cesáreo Estébanez, que hacía de Romerales, decía, el mejor actor está en paro y la mejor actriz está en paro y posiblemente no trabaje nunca. Yo me siento un privilegiado, pero estoy seguro de que hay mejores actores que yo y seguramente estén en paro.
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