- El Teatro Maravillas de Madrid acoge una versión teatral de Cuento de Navidad dirigida a todos los públicos.
- Carlos Alsina estrena en radio la ficción sonora Scrooge & Marley, una relectura del clásico de Dickens.
- Las editoriales apuestan por ediciones ilustradas y cuidadas de Canción de Navidad en el mercado español.
- Las adaptaciones audiovisuales, desde los Teleñecos hasta el cine y la TV, mantienen vivo el legado navideño de Dickens.
La figura de Charles Dickens y su eterno Cuento de Navidad vuelve a cobrar fuerza cuando se acercan las fiestas. En España y en buena parte de Europa, su relato sobre el viejo avaro Ebenezer Scrooge sigue siendo un espejo incómodo y entrañable a la vez, con nuevas adaptaciones que lo acercan al público actual sin perder su esencia de crítica social y de llamada a la empatía.
Entre escenarios, radios y estanterías llenas de ediciones ilustradas, el clásico de 1843 se reinterpreta con formatos muy distintos: montajes teatrales familiares, ficciones sonoras de largo metraje, álbumes ilustrados para coleccionistas y versiones cinematográficas que se repiten año tras año como ritual navideño. Lejos de agotarse, el universo de Scrooge, Marley y los fantasmas de la Navidad continúa expandiéndose.
“Cuento de Navidad” en el Teatro Maravillas: Dickens en vivo para todos los públicos
Desde finales de noviembre y hasta el 4 de enero, el Teatro Maravillas de Madrid programa una versión escénica de Cuento de Navidad que aspira a conquistar tanto a quienes ya conocen la historia como a nuevas generaciones que se acercan por primera vez a Dickens. Las funciones se ofrecen de miércoles a domingo, con una duración aproximada de 90 minutos y una edad recomendada para todos los públicos, lo que la convierte en un plan navideño cómodo para familias y grupos escolares.
En esta producción, el actor Antonio Albella asume el papel de Ebenezer Scrooge, el célebre hombre de negocios avaro y huraño que desprecia la Navidad y cualquier gesto de afecto o solidaridad. Su viaje interior arranca la noche en que se le aparece el espíritu de su antiguo socio, Jacob Marley, y continúa con las visitas de los tres fantasmas de la Navidad: pasado, presente y futura, figuras que obligan al protagonista a enfrentarse a su propia biografía y a las consecuencias de su indiferencia.
El montaje insiste en el corazón del mensaje dickensiano: nunca es tarde para cambiar de actitud, pedir perdón y asumir responsabilidades afectivas y sociales. El tránsito de Scrooge, de la oscuridad a una suerte de redención, se presenta en escena como una experiencia emocional que conecta con públicos muy diversos, reforzando la idea de que el teatro puede ser también una herramienta de educación en valores.
La propuesta escénica subraya el carácter coral del texto. Junto a Albella, completan el elenco Belén Orihuela, Javier del Arco, David Bueno, Inés León y Marina Moltó, con el joven Mikael Caballero en el papel del pequeño Tim, figura clave de la sensibilidad social de la obra. El trabajo vocal se apoya en la participación de la Escolanía Infantes del Pilar de Zaragoza, que aporta una dimensión musical y litúrgica que encaja con el ambiente navideño y resalta la idea de comunidad.
La dirección escénica corre a cargo de José María Berdejo Marín, mientras que Triana Lorite firma la dirección, la dramaturgia y el diseño de luces, articulando una puesta en escena que combina el tono clásico con recursos contemporáneos. La composición musical de David Bueno, las coreografías de Javier del Arco y la escenografía diseñada por Sergio Loro completan un trabajo conjunto que busca actualizar el Londres victoriano sin perder su atmósfera de cuento moral.
En la parte visual, el diseño gráfico de Point of Reference Studio y los materiales audiovisuales de Julio César de la Hoz acompañan a la función, mientras que las fotografías de John Ribes ayudan a fijar la identidad estética del proyecto. En la trastienda, la organización recae en Nuria Hernando como ayudante de dirección, Cristina Charro como jefa de producción y el equipo de Sai & Seda, con Lope García en la producción general.
Un clásico que cambió la Navidad y sigue vendiendo libros
Cuando Charles Dickens publicó su Canción de Navidad (o Cuento de Navidad), tenía apenas 31 años y difícilmente podía imaginar la onda expansiva que iba a provocar. Aquel breve relato, concebido como una novela corta, terminó contribuyendo a moldear la imagen de la Navidad moderna: una celebración familiar, asociada a la solidaridad, la cercanía y cierto ideal de reconciliación, muy distinta del frío contexto industrial que él conocía.
El libro vio la luz el 19 de diciembre de 1843 bajo el sello de Chapman & Hall en Londres. La tirada inicial, de 6.000 ejemplares, no fue precisamente tímida para la época, en parte porque el propio Dickens se empeñó en que la edición tuviera una calidad formal alta —ilustraciones incluidas— y asumió una proporción significativa de los costes. A pesar de su precio (unos cinco chelines, que hoy equivaldrían a una cantidad notable), el volumen fue un éxito: en un año superó las 15.000 copias vendidas, incluso con la competencia de ediciones piratas abreviadas que circulaban por menos de la mitad de su precio original.
La historia del anciano usurero visitado por espectros se convirtió pronto en uno de los libros navideños más influyentes de la literatura occidental, hasta el punto de que hay quien atribuye a Dickens buena parte de la “invención” simbólica de la Navidad contemporánea: esa mezcla de reunión familiar, conciencia social y cierta melancolía que atraviesa muchas celebraciones actuales.
En el ámbito editorial español, este legado se mantiene vivo con ediciones cuidadas e ilustradas. Una de las más recientes, publicada por Edelvives, recupera la traducción fiel al texto canónico original —el mismo de Chapman & Hall, con responsabilidad creativa asumida por el propio Dickens— y la acompaña de ilustraciones de Mario Jodra, ganador del V Premio Internacional de Ilustración de la casa. Sus dibujos en lápiz y carboncillo refuerzan el componente solidario y reivindicativo del cuento y devuelven a la infancia un protagonismo visual muy marcado.
El prólogo de esta edición, firmado por Alejandro Tobar, repasa con detalle las anécdotas editoriales, las copias no autorizadas y la recepción crítica de la obra, convirtiendo el volumen en un objeto de colección que, además, funciona como regalo navideño literario. No es solo un clásico que se relee por tradición: también es un texto que interroga la desigualdad, el trabajo infantil, la indiferencia ante la pobreza y la capacidad de cambio personal.
Ese poso ético y social explica en gran medida que el relato se siga contando “al calor del fuego, de la estufa o bajo las mantas”, como sugiere la crítica, y que siga sirviendo para hablar, en familia o en el aula, de solidaridad, integración y comunidad. La Navidad de Dickens, en este sentido, se presenta como una invitación a repensar la nuestra: menos consumo y más atención a quienes quedan fuera de la fiesta.
Scrooge, Marley y la culpa: el viaje hacia la empatía
Más allá del folclore navideño, Cuento de Navidad es una sofisticada máquina moral. Ebenezer Scrooge, probablemente el personaje más célebre de Dickens, aparece como un anciano tacaño, explotador y aislado, pero su transformación no se explica solo por el miedo a un castigo en el más allá. La figura de Jacob Marley, su socio fallecido, actúa como detonante de un viaje que va mucho más lejos.
En la historia original, Marley reaparece cargando una pesada cadena de hierro, símbolo de las culpas acumuladas por años de egoísmo y desinterés por el sufrimiento ajeno. La condena que describe —“no rest, no peace. Incessant torture of remorse”— se ha interpretado a menudo como un castigo religioso, pero el término inglés “remorse” también remite a la compasión que brota del propio dolor. Scrooge no se salva por temor a un purgatorio, sino porque recupera la capacidad de sentir lo que otros padecen.
Las visitas de los tres espíritus funcionan como un recorrido emocional por la biografía de Scrooge. El fantasma de la Navidad pasada lo obliga a verse como niño solo y abandonado, a revivir afectos truncados y decisiones tomadas en nombre del dinero. El espíritu de la Navidad presente expone las dificultades de quienes le rodean, desde la precariedad de la familia Cratchit hasta la alegría modesta de quienes celebran con muy poco. Y el espectro de la Navidad futura muestra, sin adornos, el destino de un hombre que nadie echará de menos.
Buena parte de este itinerario tiene un trasfondo autobiográfico. La infancia de Dickens estuvo marcada por la explotación y la pobreza, con un padre encarcelado por deudas y experiencias laborales tempranas que lo sensibilizaron frente a las injusticias de su tiempo. En Cuento de Navidad, el escritor canaliza su propia memoria para cuestionar el individualismo extremo y el culto al beneficio económico, proponiendo en su lugar una ética de la empatía, la responsabilidad y el cuidado mutuo.
En el célebre final del relato, Scrooge cumple con creces lo prometido: se convierte en figura casi paterna para el pequeño Tim, mejora las condiciones de sus empleados y se gana la reputación de buen vecino y ser humano decente. Sus contemporáneos se burlan de ese giro radical de carácter, pero él decide no darles importancia. Su “corazón que se ríe” le basta, como escribe Dickens, y su forma de celebrar la Navidad se convierte en referencia para los demás, una especie de deseo colectivo de que también nosotros sepamos festejarla mejor.
La relectura radiofónica: “Scrooge & Marley” de Carlos Alsina
En el terreno de la ficción sonora, la radio española también se suma a estas revisiones contemporáneas. El día de Navidad, a partir de las nueve de la mañana, el programa “Más de uno” estrena Scrooge & Marley, una propuesta escrita y dirigida por Carlos Alsina que se nutre directamente del clásico de Dickens pero le da un giro de foco y de tono.
La llamada “Función de Navidad” de Alsina se ha consolidado en los últimos años como una cita anual para los oyentes, y en esta ocasión la apuesta pasa por mirar la historia desde otro ángulo: ¿quién era Jacob Marley antes de convertirse en fantasma? ¿Qué hay detrás del hermetismo emocional de Scrooge? ¿Es Dickens un narrador completamente fiable o se dejó cosas fuera del relato?
La ficción, que ronda una hora y cincuenta minutos de duración, combina precisión literaria, humor sutil y carga dramática. El punto de partida es la muerte de Marley: su socio y quizá única familia, Ebenezer Scrooge, permanece junto al lecho, aparentemente imperturbable, sin lágrimas ni temblores. A partir de ahí, la narración se despliega desde la intimidad de los protagonistas, revisitando escenas conocidas y rellenando huecos que el cuento original apenas sugería.
En el reparto destacan Asier Etxeandía como Scrooge y Pepe Viyuela en el papel de Marley, acompañados por un elenco coral con voces reconocibles del cine, la radio y el teatro: Leonor Watling, Chelo Vivares, Nacho Vigalondo, Paloma Porcel, Edu Soto, Agustín Jiménez, Carlos Rodríguez Braun, Ángel Luis Martínez, Samuel Viyuela y otros intérpretes que dan vida a secundarios y coros. El guion y el diseño sonoro están firmados por el propio Alsina, la dirección de actores recae en Carlos Zúmer y la producción en María Jesús Moreno, con la grabación técnica a cargo de Daniel Solís, Pepe Menchero, Carlota Díaz y Fran Montes.
Esta versión radiofónica no busca desmontar el mito, sino interrogarlo desde dentro. Al convocar al “fantasma” del propio Dickens como personaje, Alsina plantea de forma explícita la gran pregunta: ¿nos contaste toda la verdad? El resultado es una lectura crítica pero respetuosa que encaja bien con la tradición europea de volver a los clásicos para dialogar con ellos, más que para convertirlos en reliquias intocables.
Del papel a la pantalla: Teleñecos, cine y cultura popular
Si hay un terreno donde Cuento de Navidad se ha multiplicado hasta el infinito, ese es el audiovisual. Desde finales del siglo XIX, y especialmente con el desarrollo del cine y la televisión, la historia de Scrooge ha sido adaptada en versiones para todos los gustos: desde películas de animación y telefilmes familiares hasta relecturas más oscuras o experimentales.
En la memoria de muchos espectadores europeos se mezclan imágenes de especiales de dibujos animados, musicales para televisión, producciones británicas de época y versiones norteamericanas que sitúan la trama en contextos más contemporáneos. El texto original ha sido el germen de numerosos títulos que, sin llevar literalmente el nombre de Dickens, reescriben su estructura narrativa: un personaje cínico o amargado que recibe la visita de fuerzas sobrenaturales —o metafóricas— y se enfrenta a la posibilidad de cambiar.
Entre todas esas adaptaciones, destaca con especial cariño la cinta “Los Teleñecos en Cuento de Navidad” (1992), disponible en plataformas como Disney+. En este filme, los famosos Muppets se apropian de la historia con humor y canciones, pero sorprende la seriedad interpretativa de Michael Caine como Scrooge, que actúa frente a muñecos de fieltro con la misma entrega que si compartiera pantalla con un reparto de clásicos del teatro británico.
La película ofrece un Ebenezer Scrooge amenazador, pero profundamente humano, cuya transformación resulta emocionalmente convincente: no se limita a caricaturizar al viejo cascarrabias, sino que muestra con cierto detalle el proceso por el cual comienza a cuestionar su vida, a reconocer errores y a buscar una segunda oportunidad antes de que sea demasiado tarde. El resultado ha convertido a esta versión en un fijo de muchas listas de “imprescindibles navideños”.
Con números musicales que reúnen a Gonzo, Gustavo, Peggy y el resto de personajes, y una ambientación victoriana más cuidada de lo que cabría esperar en un producto infantil, la película demuestra cómo el relato de Dickens puede adaptarse a un tono entrañable y accesible sin perder su trasfondo crítico. Para muchos espectadores que la vieron de pequeños y la han recuperado de adultos, se ha convertido en una de esas obras que funcionan en varias capas de lectura y que acompañan año tras año en las fiestas.
Una tradición viva en la literatura europea
Aunque Dickens es el gran referente del cuento navideño moderno, no es ni mucho menos el único. En la tradición europea, la Navidad literaria se ha poblado de fantasmas, culpas, milagros dudosos y recuerdos de infancia. Autores como Dostoievski, Chéjov, Scott Fitzgerald, Truman Capote o Dylan Thomas han abordado estas fechas como escenario ideal para hablar de soledad, desigualdad, memoria y deseo de redención.
En lengua española, nombres como Emilia Pardo Bazán, Benito Pérez Galdós o Gustavo Adolfo Bécquer dejaron su huella en relatos donde la nochebuena y las fiestas funcionan como telón de fondo de conflictos sociales, morales o íntimos. Aunque muchos de estos textos no reescriben directamente el argumento de Cuento de Navidad, sí dialogan con su atmósfera: la sensación de que, en estas fechas, algo falta o alguien es echado en falta, y de que la luz de las celebraciones proyecta, al mismo tiempo, sombras más largas.
En el ámbito más reciente, las reimaginaciones de personajes secundarios —como el pequeño Tim o el propio Marley— demuestran que el clásico admite una cantidad sorprendente de variaciones. Novelistas contemporáneos han explorado qué ocurre con esos personajes después de la noche de los fantasmas, o cómo serían sus vidas si la promesa de cambio de Scrooge no se cumpliera del todo. Estas obras, junto con ediciones ilustradas, adaptaciones teatrales y ficciones sonoras, prolongan el universo creado por Dickens y lo conectan con preocupaciones actuales: precariedad laboral, soledad urbana, crisis de cuidados o desgaste emocional.
Vista en conjunto, toda esta producción muestra que la Navidad literaria es algo más que un género de temporada. Es un territorio donde se cruzan memoria personal y crítica social, humor y espiritualidad, fantasía y realismo. El viejo cuento de Scrooge no se limita a recordarnos que hay que ser mejores unas semanas al año, sino que nos invita a preguntarnos qué hacemos con nuestras propias cadenas y con las de los demás.
Entre montajes como el del Teatro Maravillas, ficciones sonoras como Scrooge & Marley, ediciones ilustradas que cuidan cada detalle y películas que ya forman parte del imaginario colectivo, Cuento de Navidad mantiene su vigencia como una de las grandes historias europeas sobre culpa, cambio y esperanza. Quizá ahí resida su verdadera fuerza: en la capacidad de seguir hablando de nosotros cada diciembre, aunque pensemos que ya nos la sabemos de memoria.
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