Radioteatro argentino, obra nuestra de cada día


 

¿La realidad un radioteatro o el radioteatro, la realidad? Préstele oreja a la historia de este clásico de ficción… ¡popular y radial!

¿Y si le decimos que desde aquellas primeras ondas de radio, transmitidas desde la azotea del teatro Coliseo, hasta hacer de la radio una forma de teatro pasaron doce años? Pues no vaya a creer que de la terraza al escenario la señora radio bajaría de un plumazo… Más bien fue el suyo un “descenso” triunfal. Lento pero a pie firme. Tanto como l@s oyentes lo estaban en el dial para oír su radioteatro favorito. Desde estas líneas, una repasada a sus años más gloriosos.

Pasión de multitudes

¿Doce años hemos dicho? Sí, señor@s. Doce años desde aquel 1920 en que los locos de la azotea hicieron de las suyas. Pues resulta que en 1932, Andrés González Pulido hizo de las propias: dar a luz –o poner “al aire”– a Chispazos de tradición, el programa que inauguró el género radiofónico de ficción. Palabras más, palabras menos, el viejo y querido radioteatro, que tuvo a la obra La Estancia de Don Segundo como debutante. Claro que la docena de años transcurrida bajo el puente se llevó unos cuantos intentos y experimentaciones. Desde la lectura de guiones dramáticos e improvisaciones hasta transmisiones de obras de teatro micrófonos mediante. Hasta que de la mano de don Andrés y Radio Nacional, el teatro halló su propia forma en el dial. Y vaya si la encontró que, cual superclásico del fútbol dejaba, más que las calles desiertas, todo otro lugar de divertimento porteño. Es que el público no solo estaba invitado a oír, sino a participar. ¿Cómo ha de seguir la trama? Pues vote, nomás. Y el próximo capítulo, escuchará… (Pero tómeselo en serio, ¿eh?, que hasta el futuro de un par de tórtolos puede depender de usted). Y aunque a la magia de la radio no hay con qué darle, tal fue la pegada que el radioteatro llegó incluso a teatralizarse, a montarse en escena, o a convertirse en foto álbum (imagine la novedad de ver a los intérpretes reales, a las caras de tras de esas voces que no estaban más que en el imaginario). Por lo que poco a poco, a medida que el género fue enganchando en intriga, González Pulido se dio cuenta que, para la pegada final, debía dar el volantazo. Dejar poco a poco lo gauchesco para meterse en las aguas del sentimentalismo. Dicho en criollo, del culebrón.


 

Toda historia que camina…

La cosa es que para el año siguiente ya había tres compañías más de teatro. Y para mediados de los años ‘30 le debemos la cuenta… Eso sí, tanto radioteatro por aquí y por allá, y muchos de ellos en formato diario, buen genio se buscaba. Por lo que todo era posible de ser “radioteatralizado” y hasta el más impensado guionista, portero de la radio incluido, salía de la galera para salvar las papas del fuego. Claro que la historia siempre daba una manito, a fin de cuentas, ¿ya estaba escrita, no? Más no fuese en vida. Por lo que el radioteatro histórico tuvo su buena llegada. Tal fue el caso de Bajo la Santa Federación, en 1933, escrita por Héctor Blomberg y Carlos Viale Paz. Una obra que recogía el guante gauchesco de La estancia de Don Segundo, a la vez que incorporaba melodrama y conflictos políticos de la época Rosista. A probado éxito, nueve años más tarde, Arsenio Mármol se despachó con Balcones del Cabildo, un romance del año 1810, por Radio Belgrano a las 22.30hs. Aunque si de historia va el asunto, no solo la que cabe en las enciclopedias tuvo lugar en el mundo del radioteatro, sino también la cotidiana, la íntima y pequeña. Así, Mario Quirós procuró al antiguo Buenos Aires de todos los días con Cita en el recuerdo, por Radiolandia.

A lo grande

Y de la historia macro a la micro, o viceversa, desembocamos en la historia personal: el radioteatro de destacadas figuras del ayer. Por cierto, también en voces de grandes artistas que provenían de otros géneros tales como el cine, y que por tanto hacían su debut en un género que ya empezaba a tener recorrido. Ese fue el caso de Mecha Ortiz (sí, la llamada Greta Garbo argentina), cuando, al aire por Radio El Mundo y con guión de Mauricio Rosenthal, protagonizó un ciclo sobre mujeres en el que hizo de Juana Manuela Gorriti. Aunque si de mujeres hablamos ¿a qué no sabe quién toco las puertas de Radio El Mundo para tener su actuación en Biografías de Mujeres ilustres? Nada menos que Eva Duarte, cuando el apellido Perón era para ella un futuro aún desconocido. Pues su presente fue entonces darle garganta y corazón a Madame Lynch en La amazona del destino, con guión de Alberto Insúa Y Francisco Muñoz Azpiri. Personaje al que le siguieron Carlota de México en Llora la emperatriz e Isabel I de Inglaterra en Mi reino por un amor. Corría entonces 1943, y ya para 1944, el General no solo habría de entrar en la vida de Eva, sino en el mundo del radioteatro: Hacia un futuro mejor fue el programa en que se narraban los avatares de un tal Juan Pueblo, en el que se intercalaban discursos de Juan Domingo, al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión.


 

 

La realidad, pura ficción

Y si la historia había sido rendidora, era evidente que aquello de que la realidad era capaz de superar a la ficción no estaba muy lejos de ser una realidad. Claro, algun@s se tomaron el tema muy a pecho. Tal fue el caso de Ronda policial, a cargo del comisario Ramón Cortés Conde, donde se reocogía el guante de las noticias policiales e, incluso, las que contaban los oyentes, aunque no salieran por las rotativas. Eso sí, no había demasiada continuidad entre un capítulo y otro, pero que había espontaneidad, nadie puede negarlo. ¡Si hasta incluyeron el paradero de personas desaparecidas!

Otro radioteatro para el recuerdo, más real que muchas realidades, fue el de Los Pérez García. Y mire si así habrá sido que estuvo al aire desde 1942 hasta 1967. Es que Oscar Luis Massa –primero– y Luis María Grau –después– la tenían más que clara. Y si no, que lo diga el éxito de las telenovelas costumbristas algunas décadas después… Una vez más, al aire por Radio El Mundo, si la familia de clase media argentina tenía problemas, Los Pérez García los eran todos juntos. Al inicio, una historia cada programa, de lunes a viernes al mediodía. Luego se cambió al horario nocturno (de 20.15 a 20.30, con toda la familia reunida a la mesa), con una historia a la semana. Así que si alguna vez escucha que alguien tiene más problemas que los Pérez García, sepa de dónde viene la cosa.

Y finalmente, en aquella dorada década del ’40 e incluso ya en los ’50, otro bien popular que a más de un@ le repicará aún en los oídos: Nazareno Cruz y el lobo, de Juan Carlos Chiappe, llevado al cine en 1975.

Para el bolsillo y la cartera…

A gusto de la dama y el caballero también supieron cosechar audiencias los radioteatros. Las novelas de amor picaban en punta para las mujeres: ¡cómo olvidar el “mamarrachito mío” de voz de Oscar Casco para la grandísima Hilda Bernard! Ambos, pura química en Palmolive del Aire, bajó dirección de Nené Cascallar y Alberto Migré. Mientras que por el lado de los hombres: fútbol, fútbol, fútbol… ¿No le hemos contado ya de la Gran Pasión del Campeonato, de la mano del jabón El Federal? Al aire por Radio Belgrano –Splendid, después– y con guión de Enrique Dátilo, palpitaba la previa futbolera los días jueves y el post partido cada devoto domingo. Todo, bajo el ojo supervisor de la dueña de la pensión. Claro doña Asociación Balompié era mujer de pocas pulgas, mientras que su hija, Miss Campeonato, levantaba suspiros entre los pensionados, quienes representaban a los clubes de Primera División. ¿Y quién se quedaba con la joven? Sí, sí… imagina bien. ¡El campeón!

Como se dice, flechazo de Palmolive del aire… Y gol de media cancha para El Federal, aunque no fueron las única marca en materia de auspiciantes. También dijeron presente Radio Teatro Lever, Toddy, Jabón Campana… Porque alguien tenía que poner la mosca, vio… Y usted y yo y tant@s, el oído. Ese infaltable oído que daba sentido a toda voz.

 

Escucha atenta, expectativa a ojos ciegos, imaginación. ¡Cuánto nos ha dado el radioteatro nuestro de cada día! Qué decirle sobre él que no sepa o intuya. Que la llega de la tele en los años ’50 le quitó el centro del entretenimiento, del gancho familiar. Y que para colmo, la censura de las dictaduras a posteriori también le echó tierra, olvido y silencio encima. Porque el radioteatro era grande. Porque no fue teatro por radio, sino ficción hecha para la radio. Ficción sonora. Música a los oídos. La música de la vida.

https://pulperiaquilapan.com/radioteatro-argentino-obra-nuestra-de-cada-dia/ 

 

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