En la España de los años 40 y 50, las radionovelas eran, más que entretenimiento, un refugio emocional y cultural. Ahora, casi un siglo después, vemos renacer esta fascinación, pero con un giro contemporáneo: los pódcast, los audiolibros y las ficciones sonoras. Aunque la manera en que escuchamos las historias ha cambiado, su capacidad para generar mundos sigue siendo tan poderosa como siempre.
El arte de escuchar historias tiene algo hipnótico. Desde el susurro de un narrador hasta los efectos de sonido que hacen vibrar la imaginación, la ficción sonora ha sido capaz de transportarnos a lugares y situaciones que, de otro modo, parecerían inalcanzables. ¿Qué es lo que mantiene viva la magia del audio? ¿Cómo ha evolucionado desde el momento en que las familias se reunían en torno a la radio hasta este presente de auriculares y solitud? Y, sobre todo, ¿qué podemos esperar del futuro de un medio que parece destinado a reinventarse una y otra vez?
Para responder a esas preguntas, debemos viajar en el tiempo. A mediados del pasado siglo, la radio era el epicentro de la vida cultural. La radionovela, en particular, se convirtió en un gran acontecimiento doméstico que, noche tras noche, era puntualmente esperado en todos los hogares. «La radio reunía a toda la familia. Era el centro, el único acceso al entretenimiento. Las emisoras tenían cuadros de actores en nómina y hacían verdaderas producciones en directo, con escenas aspiracionales que permitían soñar», describe Jesús Blanquiño, jefe de proyectos en Podium Podcast.
Sin embargo, la magia de la radio no residía solo en las historias que contaba, sino en cómo lo hacía. Con voces humanas, efectos de sonido en vivo y una conexión emocional directa, la radionovela lograba involucrar al oyente en la creación del mundo que imaginaba. Carolina Abad, también conocida como Pez Papaya y creadora de ficciones sonoras en plataformas como Audible, de la que llegó a ser directora, destaca que esto fomentaba el tejido social: escuchar algo simultáneamente con otras personas, aunque no estuvieran físicamente presentes, creaba un sentido de pertenencia que hoy es difícil de replicar.
Era un acto comunal que rara vez encontraba contestación en una cotidianeidad mucho más pausada de la que hoy vivimos. Escuchar la radio en compañía era esa actividad que te conectaba con el día a día de un mundo que palpitaba de otro modo. Al principio de la era de la comunicación de masas, las ondas radiofónicas eran un asidero para muchas personas que querían entender su realidad o dejar volar su imaginación a través del sonido y lo hacían a la vez que sus seres queridos o sus conocidos.
Algo que nos parece casi imposible de imaginar ahora que el consumo de aquellas radionovelas, actuales pódcast de ficción, es una acción sobre todo solitaria. Nikki García, actriz de doblaje, especialista en la locución y producción de ficciones sonoras, lo compara con leer un libro. «Te metes en la historia, desarrollas un vínculo con los personajes y los espacios, pero es una experiencia íntima», ejemplifica.
De los años 40 a tus auriculares
Y, sin embargo, no todo es aislamiento. Plataformas como Telegram han permitido crear comunidades de oyentes que comparten y debaten sobre las ficciones que consumen. García pone como ejemplo los grupos creados para Biotopía y Titania, algunos de sus últimos trabajos. «Es como un club de lectura en tiempo real, donde los fans comentan capítulo a capítulo. Esa interacción genera un tipo diferente de comunidad, pero igualmente valiosa».
Porque, si las radionovelas fueron el teatro radiado de su época, los pódcast actuales son cine para los oídos. La frase, acuñada por Blanquiño, no es casual. La tecnología ha revolucionado la forma de producir estas historias. Ahora, las grabaciones individuales, la postproducción con docenas de pistas y el uso de softwares avanzados permiten una precisión y calidad sonora impensables en los años 40.
«En Podium Podcast trabajamos con técnicas que nos permiten ganar en cercanía y veracidad», explica Blanquiño. Un ejemplo de este avance es La quiebra, una ficción sonora presentada en la Academia de Cine en Madrid, donde los asistentes pudieron ver la historia a través de los sonidos.
Si las radionovelas fueron el teatro radiado de su época, los pódcast actuales son cine para los oídos
Jesús Blanquiño, jefe de proyectos en Podium Podcast
Pero el cambio no es solo técnico. Nikki García señala que la interpretación también ha evolucionado: «Hemos pasado de un estilo grandilocuente, propio de la época, a una naturalización que conecta más con el público actual». Para ella, este cambio estilístico, sumado a la flexibilidad del formato, ha abierto nuevas oportunidades para actores, directores y guionistas, quienes encuentran en la ficción sonora un espacio de experimentación.
Nuevas narrativas para nuevas generaciones
¿Qué hace entonces que el pódcast sea atractivo para las generaciones más jóvenes? Blanquiño sugiere que el secreto está en su capacidad para adaptarse al ritmo acelerado de nuestras vidas digitales: «El pódcast te habla directamente al oído y no exige atención completa. Puedes retroceder si te pierdes algo, pero al mismo tiempo, te permite conectar profundamente con una historia».
Nikki García añade otro punto: el lenguaje. A diferencia de la radio tradicional, los pódcast hablan con un tono más cercano y auténtico, utilizando las mismas muletillas y preocupaciones que los oyentes. «Es como acercar tu silla a la mesa de al lado en un bar porque la conversación te interesa», coincide el experto.
Los más pequeños también forman parte de esta nueva manera de escuchar el rumor de los tiempos. En un mundo dominado por la tecnología y el hiperentretenimiento digital, los pódcast infantiles podrían ser una alternativa educativa y entretenida. «Los padres que crecieron con pódcast están buscando opciones para sus hijos, algo que les entretenga sin exponerlos a las pantallas», apunta Blanquiño.
Desde otro punto de vista, Carolina Abad destaca el valor formativo del audio para los niños. «Escuchar desarrolla la atención, la imaginación y fomenta una participación activa. Los niños se convierten en espectadores activos, algo esencial en una sociedad que tiende al consumo pasivo».
Aunque el mercado infantil aún no está plenamente desarrollado, las perspectivas son optimistas. Sobre todo, por la capacidad de adaptación de los más pequeños, tendentes a generar sus propios mundos desde la imaginación más deslumbrante. Así, las historias modernas, llenas de música y aventuras, podrían recuperar el espíritu de los audiocuentos clásicos para las nuevas generaciones.
El renacer sonoro de los grandes clásicos
La tensión entre revitalizar clásicos y explorar nuevas historias es otro debate en el mundo de la ficción sonora. Mientras que Abad celebra la riqueza de trabajar con textos como Alicia en el país de las maravillas, Blanquiño apuesta por narrativas contemporáneas que aborden preocupaciones actuales, como la precariedad laboral o la gentrificación. «Al final, los temas universales son los mismos, pero el contexto y los personajes han cambiado», argumenta.
Al escuchar una ficción sonora te metes en la historia y desarrollas un vínculo con los personajes, pero es una experiencia íntima
Nikki García, actriz de doblaje
Hacia dónde acabará yendo el futuro de esta manera de reescucharla radio es la gran cuestión a la que es difícil darle una respuesta. Eso sí, los expertos coinciden en subrayar que la ficción sonora no solo es un espacio narrativo, sino que también es un laboratorio creativo. «Es notablemente más barato que hacer una serie de televisión y permite explorar ideas que, de otro modo, no serían viables» señala Blanquiño. Además, el formato ya está cruzando fronteras hacia otros medios: la ficción sonora Apagón fue adaptada a serie en Movistar+, mientras que El gato Erwin se convirtió en novela gráfica.
Sin embargo, el futuro no está exento de desafíos. La inteligencia artificial ya está empezando a dejar su huella en el audio, aunque con resultados mixtos. «Lo que hace la IA en audio me parece un tostón, pero no sabemos a dónde llegará», reconoce Nikki García, que se muestra escéptica ante estas cuestiones. Porque lo que está claro es que desde las radionovelas que emocionaban a nuestros abuelos hasta los pódcast que hoy nos acompañan mientras paseamos, la ficción sonora ha demostrado ser un medio profundamente humano. Nos conecta, nos inspira y nos invita a imaginar.
En un mundo cada vez más visual y acelerado, tal vez el acto de escuchar sea una forma de resistencia: un espacio íntimo para conectar con historias que, como siempre, nos recuerdan quiénes somos.
https://igluu.es/de-la-radionovela-a-la-ficcion-sonora-la-fascinacion-por-escuchar/
0 Comentarios